Nuestro fracaso al estudiar las relaciones que mantenemos con otros animales tiene múltiples causas … en su mayor parte pueden reducirse a un par de características humanas poco encomiables: la arrogancia y la ignorancia.
Clyfton Flynn
A pesar que es un tema superado hace largo tiempo, aún se puede ver que se sigue discutiendo acerca de la naturaleza alimentaria de los cánidos.
A este respecto algunas personas sostienen que siendo el Canis familiaris descendiente del Canis lupus y a mayor abundamiento, por un lado debido a su pertenencia a la familia Carnívora y por contar con un sistema masticatorio y digestivo capaz de romper, destasar y digerir cuerpos de animales no humanos, no habría discusión probable sobre el tema.
Probablemente esas afirmaciones podrían haber tenido sustento hace unos cincuenta años atrás, cuando la investigación, en esta área, se sustentaba en pilares muy débiles. Ha transcurrido un tiempo valioso en que hemos tenido la oportunidad de demostrar que estas afirmaciones no tienen respaldo que les dé valor científico.
En primer lugar, el Canis familiaris (y no Canis lupus familiaris) no es un descendiente del lobo, lo que sí se puede afirmar es que es un pariente cercano. El género Canis está constituido hoy en día por 35 especies, de las cuales 34 viven en estado silvestre, sin embargo todas ellas comparten un strand genético que las hace extraordinariamente semejantes. Algunos investigadores (Wayne, Vilá, Savolainen y Ostrander), cuyo trabajo se ha orientado exclusivamente a los estudios genéticos, no han tenido dudas en señalar que los perros y los lobos grises comparten un strand genético extraordinariamente semejante, compartiendo una similitud cromosomática semejante. Sin embargo tales aseveraciones no indican acerca de la diferencia de alelos, no establecen si el perro o el lobo estuvieron primero en el entorno y finalmente no mencionan que esa extraordinaria semejanza se presenta en la totalidad de los miembros del género.
Si hubiera que investigar acerca de las semejanzas, sin duda el Canis familiaris desde todo punto de vista es manifiestamente cercano al Lycaon pictus (perro salvaje africano Lycaon pictus – Perro salvaje africano). Genéticamente presentan una arquitectura mucho más cercana que el Canis lupus, su fenotipo es casi idéntico y particularmente desde el punto de vista del comportamiento, casi no se pueden establecer diferencias. En menor medida, nuestro americano Canis latrans, manifiesta una semejanza muy estrecha.
Es innegable que entre el Canis familiaris y el Canis lupus, se pueden establecer mucho más diferencias que similitudes. La errónea información que por años se ha recibido proviene particularmente de la vieja y mal informada etología clásica, hace muchos años superada por la etología cognitiva, orientada a analizar las capacidades de los animales no humanos en sus respuestas y adaptación al entorno. La etología cognitiva, basada en los aspectos cognitivos de los animales no humanos, manifiestamente señala que deben ser consideradas dos etoespecies diferentes.
De cualquier manera aseverar que los Cánidos son carnívoros es sostener una tremenda falacia. Sin duda alguna los cánidos tanto silvestres como urbanos son omnívoros, la dieta de ambos está sostenida en una diversidad de alimentos, imprescindibles en su desarrollo.
Normalmente los programas de televisión, particularmente promovedores del morbo de sus seguidores, se concentran en mostrar reportajes de cánidos cazando en las estepas africanas, donde usualmente en grupo social suelen atacar a los más débiles de los grupos sociales de especies herbívoras. La verdad es que la mayoría de los cánidos silvestres sobrevive alimentándose de especies roedoras, herbívoras. No sería muy expresivo ni nos daría la imagen de ferocidad que les gusta mostrar, si viéramos a un cánido silvestre corriendo detrás de un roedor, una serpiente o una lagartija.
La totalidad de las especies que los cánidos cazan son herbívoros y siempre las vísceras se convierten en la primera prioridad de su alimento. Naturalmente las vísceras de un herbívoro, además de constituir una gran fuente de proteínas están constituidas por hierbas alojadas en su estómago, hígado, páncreas y en todo el sistema digestivo.
Es común que los cánidos silvestres se alimenten de hierbas y frutas las cuales disfrutan debido a su agradable sabor, a la tendencia (al igual que los animales humanos) a volverse adictos por los sabores dulces y a la necesidad de contrarrestar las toxinas que posee la carne de animales no humanos (que también intoxican a los animales humanos, siendo uno de los más importantes precursores del cáncer).
Quienes a pesar de lo anterior puedan seguir sosteniendo que los cánidos son carnívoros y tengan de compañeros a Canis familiaris, se les sugiere que analicen el producto con el cual los están alimentando.
Muchas de las dietas comerciales (aquellas que compran envasadas en sacos) que constituyen el alimento diario de sus compañeros, su componente principal es obtenido de la proteína de cereales.
De esta forma en el reverso de los sacos de las deshidratadas y rancias dietas comerciales se encuentran como componentes fundamentales, la harina de maíz, de arroz y de soya, hecho que demuestra un enorme contrasentido con la categoría de carnívoros con el que se los identifica.
Definitivamente todos los cánidos son omnívoros y muy orgullosos de serlo. A menudo quienes sostienen la clasificación de carnívoros, ignoran o no mencionan el hecho que de las tantas cosas en común que tenemos los cánidos y los humanos, es que poseemos una detección del sabor absolutamente idéntica. Las papilas gustativas de ambas especies detectan lo dulce, salado, agrio, amargo y el umami, los cinco sabores que los humanos creen poseer en exclusiva.
Por otra parte, desde la perspectiva de la neurociencia, está demostrado que ambas especies concurrimos a semejantes adicciones que en consecuencia demuestran nuestras enormes semejanzas. Los cachorros de cánidos urbanos se hacen fácilmente adictos a las proteínas expresadas en el umami y en general los sabores dulces les resultan extraordinariamente gratos. Las frutas como la manzana son particularmente apreciadas por los perros urbanos de todas las edades.
Desde esta perspectiva las dietas comerciales con su exceso de cloruros, sodio, agentes químicos, alimentos cocinados a altas temperaturas, con exceso de grasas y componentes saturados, además de ser un elemento tóxico en su alimentación no son apreciadas por nuestros queridos compañeros.
Quizás la prueba más expresiva que demuestra que la sola pertenencia a la familia carnívora no nos hace carnívoros está en el Aluropeda melanomeuca, el conocido Oso Panda, que perteneciendo al orden Carnívora tiene una dieta constituida casi totalmente de hierbas.
Especialmente los cánidos urbanos han tenido una estrecha correlación con los animales humanos desde hace miles de años. A pesar que no se ha establecido una fecha aproximada desde el inicio de la relación simbiótica (con cifras muy groseras que se estiman entre los 15.000 y los 2.000.000 de años), han desarrollado una larga historia en convivencia con los animales humanos, asociándose estrechamente a los nichos propuestos por la civilización humana, en una marcada relación simbiótica en la que indudablemente se han compartido los alimentos y siendo los humanos omnívoros, tautológicamente los perros urbanos también lo han sido.
Las fatídicas dietas comerciales son de emergencia reciente, no más de treinta años y hasta antes de su lamentable emergencia la gran mayoría de los perros urbanos compartía dietas omnívoras con los humanos, probablemente con muchos errores en su elaboración, tema sin duda discutible, pero lo que no está en discusión es que estos productos comerciales, con todas sus toxinas y desechos, ha reducido el acceso de nuestros compañeros a la opción de una dieta omnívora sana, que es lo que no sólo corresponde sino que además ellos la aprecian.
Un perro alimentado con dietas comerciales pierde al poco tiempo la capacidad de detectar sabores por la irreversible pérdida de las papilas gustativas, producto del exceso de sodio y cloruros que contienen y que además producen significativas deficiencias en su sistema digestivo, especialmente en estómago e hígado y la inevitable pérdida de su capacidad renal.
Las dietas comerciales son el resultado de una sistematización alimentaria que sólo pretende mantener parte de las condiciones de nutrición de un perro, pero ellas usualmente conllevan una serie de riesgos que a poco andar generan complicaciones a su salud, problemas de aprovechamiento nutricional y frecuentemente son precursoras de síndromes de difícil solución.
Todas las dietas comerciales, sin excepción, son cocinadas a temperaturas tan elevadas que parte importante de los eventuales aportes nutricionales que debieran contener, se pierden por exceso de calor, especialmente las proteínas. A menudo las proteínas se obtienen por procesos que en la alimentación humana no están permitidos, a través de la destilación de vísceras, grasas saturadas, restos de animales no humanos que no son destinados al consumo de humanos y cuya preservación frecuentemente está distante a lo que las normas, creadas para humanos lo permiten. En su la elaboración no se respetan las líneas de frío, de conservación lo que redunda en que se manifiestan niveles de descomposición no despreciables en su elaboración.
Gran parte de las dietas comerciales poseen niveles de productos químicos y preservantes que por extenso uso, pueden convertirse en precursores de sindromes de naturaleza crónica y a menudo irreversible. El BHT que aún se utiliza como preservante, es un precursor de cáncer.
Las dietas comerciales son, sin duda, precursoras de enfermedades del riñón, corazón, obesidad y tienen el potencial para crear problemas en la arquitectura ósea.
Si el cáncer es la enfermedad crónica más frecuente en los perros, estadísticamente uno de cada dos perros tendrá cáncer a lo largo de su vida, lo más aconsejable es no alimentarlo con productos cuya naturaleza no está a nuestro alcance conocer y arriesgamos su salud al punto de acortar en varios años su placentera vida.
Alimentar a nuestros compañeros con una dieta variada cuyos componentes sean naturales, frescos, hidratados, incluyendo una importante dosis de componentes vegetales (especialmente verdes) constituye la manera sana, responsable y asertiva de volverlos a su dieta natural, omnívora, sana, adecuada y sabrosa. Los cánidos en general y nuestros perros, tienen el derecho de degustar un alimento que les sea agradable y evite la formación de sindromes que acorten dramáticamente su vida, los mantenga activos por un período mayor de su corta vida y les permita gozar la vida.
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