El Zoológico de Palermo, uno de los centros de reclusión de animales no humanos más antiguo de América del Sur, cerró sus puertas el día 31 de Agosto de 2017.
Inaugurado en 1888, durante más de 20 años exhibió, como todos los zoológicos, individuos de especies autóctonas y exóticas, capturadas, comercializadas y arrebatadas de su grupo social, que sirvieron de distracción a miles de animales no humanos que se divertían viendo a nuestros semejantes sufriendo los rigores del encierro y de las actitudes antropocéntricas, tan propias de nuestra especie.
El actual gobierno de la República Argentina, accedió a la petición de miles de sus ciudadanos y producto de ello se propone crear, en un período de seis años, un establecimiento que ha denominado Ecoparque, el cual dispondrá de un centro de rescate, hospital veterinario y espacios destinados a la biodiversidad.
En relación a los actuales huéspedes, se ha anunciado que parte de ellos serán trasladados a centros y santuarios y aquellos que no estén en condiciones de ser trasladados por razones de edad, salud o que se encuentren en riesgo, permanecerán en este centro hasta su fallecimiento.
Una muy buena iniciativa que a pesar no ir absolutamente en el camino correcto, representa un primer paso en la vía hacia el respeto por los derechos de los animales no humanos.
La posición ética hacia la comprensión que los ANH son seres sintientes, emocionales, neuroafectivos, empáticos, altruistas y que en consecuencia deben ser considerados agentes morales se ha acrecentado en los últimos años. Educar en este sentido y administrar las herramientas que favorezcan un cambio en las percepciones de la ciudadanía debe ser asumido como uno de los roles prioritarios de los estados.
Esperamos que el proyecto se cumpla, que los actuales reos accedan a lugares donde puedan desarrollar su vida en entornos adecuados. En relación a los que permanecerán, es difícil imaginar que condiciones se podrían crear para que el resto de su vida sea mejor, especialmente si se mantienen las condiciones de entorno y encierro, generadores de síndromes de comportamiento, estados de ansiedad y en la mayoría de los casos, la pérdida del interés por la vida, escenario reflejado en una pequeña frase publicada por el diario Clarín de Buenos Aires : “ si yo pudiera decirte una palabra, te pediría que te marches”.
Un compromiso que debieran seguir otros centros del cono sur, incluyendo los dos centros de tortura de animales no humanos que existen en la ciudad de Santiago de Chile.
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