En el año 2002, Paul Crutzen, premio nobel de química, introdujo el concepto de antropoceno. Su planteamiento es que producto de la creciente intervención antropocéntrica, el entorno se encontraría viviendo una nueva era, caracterizada por la agresiva degradación, la pérdida de los recursos básicos que sustentan la vida y la vida misma del planeta.
El antropoceno es el responsable, en parte, del denominado “calentamiento global” y particularmente de la desaparición de la mayoría de las especies de animales no humanos y vegetales, que ha ocurrido en las últimas décadas, hecho sin precedentes en nuestra historia universal.
El impacto que el antropoceno ha tenido en las especies aún sobrevivientes en el planeta ha sido analizado desde diversas perspectivas. En este sentido, un notable trabajo, desarrollado por más de 150 investigadores, se orientó a analizar la sobrevivencia de mamíferos, cuyos espacios han sido violentamente reducidos por la acción antrópica, obligándolos a desarrollar cambios importantes en sus desplazamientos para obtener alimentos e intentar conservar sus ecosistemas.
En una publicación reciente de ResearchGate y la revista Science, se analizó la situación de la sobrevivencia de especies silvestres, en espacios del planeta donde aún les está permitido sobrevivir, a través de los movimientos que deben realizar dentro de cada ecosistema con el propósito de obtener su alimento e intentar mantener la vida del entorno.
A raíz de la profunda intervención humana, que hoy ha modificado, en algunos casos en forma irreversible, más del 70% del planeta, con la consecuente pérdida de la biodiversidad y el habitat de la mayoría de las especies, los movimientos de los animales no humanos han sido alterados.
El estudio consistió en instalar GPS en 803 individuos de 57 especies de mamíferos, sobreviviendo en espacios intevenidos por la acción antrópica, desarrollando además una metodología que permite establecer consideraciones como la extensión de las jornadas de búsqueda en herbívoros y carnívoros.
La investigación encontró “profundos efectos negativos» de la intervención humana en los desplazamientos de los mamíferos, especialmente en aquellos que suelen recorrer distancias medias y extensas, siendo los más afectados los de dieta carnívora, que en media ven reducido su área en más de la mitad de lo que hacían en otros períodos, lo que explica por la creciente presencia de humanos y el empobrecimiento del entorno, caracterizado por una creciente urbanización, cuyas consecuencias se expresan en la dramática disminución de los espacios silvestres, el aumento de la actividad silvo-agro-pecuaria, la construcción de carreteras y vías férreas, cuyo impacto en la deforestación e incluso en la introducción de especies exóticas, ha provocado la pérdida de la vida de los espacios naturales.
Los movimientos de los animales no humanos son esenciales para la sobrevivencia del entorno, debido a que se constituyen verdaderas “redes móviles”, generando procesos dinámicos que permiten la vida a través de la dispersión de las semillas y el aumento de las interacciones intraespecíficas, aún en la escala de alimentación.
La vida silvestre en el planeta se encuentra en un punto crítico y este tipo de estudios, sin duda refuerza el hecho que los humanos debemos detener nuestra incontrolada destrucción del entorno y desarrollar en forma urgente los mecanismos que permitan abrir nuevos espacios a la vida.
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