¿Pateaba perros Descartes?

¿pateaba perros Descartes?

Con este sugerente título, el filósofo finlandés Jan Forsman, nos llama la atención sobre quien a juicio de muchos creara las bases de la visión, que en algunos ámbitos aún prevalece, acerca de la visión humana de los animales no humanos.

René Descartes, ha sido por más de cinco siglos la representación que los animales no humanos son seres carentes de emociones, cognición y sentimientos, que deben ser considerados máquinas, sin capacidad de raciocinio y en consecuencia no debiera existir hacia ellos ninguna consideración ética.

La aseveración que sus actos no son más que representaciones que no guardan relación con los elevados niveles de racionalidad y emocionalidad que poseen los animales humanos ha caracterizado, hasta la actualidad, parte importante de la discusión.

En el hecho la visión cartesiana ha sido la inspiradora de diversas corrientes que respaldan este planteamiento y responsables de miles de publicaciones donde se le discute críticamente.

Notables especialistas en ética como Tom Regan, Gary Francione y Peter Singer, además de conocidos neurocientíficos como Antonio Damasio, quien escribiera el notable libro El error de Descartes y Jaak Panksepp, han dedicado parte de sus investigaciones a la crítica del dualismo.

En este escenario, llama poderosamente la atención la breve publicación de Jan Forsman. Did Descartes Kick Dogs? Some words on cartesian conception of animals, Paatos, 31. 3. 2016, originalmente escrita en finlandés aunque con una traducción del autor, al inglés, en Academia.

A través del análisis, el autor si bien concuerda con parte importante de la tradicional visión cartesiana, propone a la discusión algunos aspectos, a su juicio destacables. Según Forsman, Descartes si bien consideraba a los ANH como autómatas (lo de máquinas fue una creación posterior), ese concepto era común en el 1600 y estaba relacionado con la capacidad en el movimiento que cada uno de los seres vivos posee y que consecuentemente involucraba a todos los animales, humanos y no humanos, en consecuencia no era una dedicatoria especial a los ANH.

Forsman, igualmente llama la atención acerca de lo duro que ha sido la comunidad científica acerca de la interpretación de su conocido dualismo, al negar toda capacidad de cognición a los animales no humanos. Aún sin negar el fondo del asunto, el autor sugiere que para Descartes si bien los animales no humanos, en su perspectiva, no tienen la capacidad de alcanzar las experiencias cognitivas de los humanos, la presencia de ciertas emociones como el dolor, la alegría y el miedo, serían parte integral de su comportamiento.

El concepto de cogitario, en Descartes es una referencia a una experiencia mental reflexiva, la cual no sería parte del dossier de los ANH, aunque la conciencia del entorno y ciertas expresiones emocionales, la alegría, el miedo, la esperanza las consideraba parte integral de su vida, expresiones que no podrían desarrollar si no tuvieran la capacidad de pensar, lo que descarta la afirmación de las máquinas. Descartes, afirma el autor, nuca sostuvo la teoría mecanicista.

El texto en sí puede causar sorpresa en una primera lectura, quizás la principal razón por la que se menciona aquí, aunque el autor no hace un esfuerzo mayor por desmentir las proposiciones cartesianas que nos son familiares, lo que puede causar sorpresa es su correlación con afirmaciones de científicos de tiempos posteriores. Al revisar la documentación que acompaña al texto, se puede encontrar cierta semejanza con lo que Darwin, unos siglos más tarde, afirmara acerca del comportamiento de los animales no humanos. No hay duda que la historia contemporánea ha tenido una consideración bien diferente con uno y con otro.

Descartes a juicio del autor ya tuvo su tiempo y no comparte el hecho de sacarlo de su tumba una y otra vez, para demostrar algo que estaba en el pensamiento de cinco siglos atrás, en un entorno científico extraordinariamente diferente al de los tiempos actuales, después de todo, dice el autor “los tiempos de Descartes han cambiado”.

Siguiendo este planteamiento, el dualismo puede ser considerado como un cuadro comparativo a lo se propone en la actualidad, en un entorno donde la influencia teocrática ha perdido considerable presencia en la investigación científica y felizmente quienes actualmente investigamos, no estamos obligados a poner a Dios en toda explicación sea científica o no, como ocurría en los tiempos de Descartes.

Aún así, dice Forsman, aún cuando los patrones del dualismo fueran parte de la discusión académica, los humanos tenemos la propensión de sentirnos self–conscious, cuestión aunque ampliamente discutible, debería elicitar con la suficiente fuerza la búsqueda de un comportamiento ético hacia el resto de nuestros semejantes.

Interesante artículo cuyo mensaje nos propone a buscar respuestas contemporáneas en lugar de escarbar en el pasado.

 

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